una pekeña fabula con una gran moraleja


una pequeña fábula...

Un pollito en busca de alimento se introdujo paso a pasito en el establo de la casa sin percatarse de que un gato (no) encerrado lo observaba relamiéndose los bigotes en espera del momento oportuno para dar el gatazo. El pollito nunca se enteró, al detenerse, que se encontraba debajo de las patas traseras de una vaca que, tranquilamente , devoraba el pasto del pesebre con todo desenfado. El animal de pronto levanto la cola y soltó una copiosa majada que sepulto al indefenso pollito. Esa fue la merita señal... y el gato de unos cuantos saltos llegó hasta el lugar de los (des) hechos y principió a lamerlo muy despacio y a quitarle lo que le s-obraba al pollito ( que piaba lastimeramente), ayudándose con las patas hasta dejarlo limpio de polvo y caca. Acto continuo lo devoró en un abrir y cerrar de boca.

La moraleja es doble y sencilla también. No siempre el que te caga quiere hacerte daño ni el que te lame quiere quiere hacerte bien.... y finalmente cuando andes en la caca es mejor no decir ni pio.

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